domingo, 27 de diciembre de 2009

"De diez partes un hombre disfruta sólo de una, mientras que una mujer disfruta de las diez partes en su corazón"

En la Antigüedad, el ser ciego era sinónimo de sabio. La explicación puede ser que cuando los ojos no pueden engañarte, la razón pesa sobre las conclusoines tomadas. Pero como ejemplo más famoso, encontramos el caso de Tiresias:

Se dice que la diosa Atenea lo dejó ciego cuando era joven cubriéndole sus ojos con sus manos cuando la sorprendió desnuda, ya que de acuerdo con las leyes del dios Cronos, la ceguera era el castigo para cualquier mortal que viese a un inmortal sin su consentimiento.

La madre de Tiresias, la ninfa Chariclo, cercana a Athenea, le pidió que le devolviera la vista pero ésta no lo consiguió.Como compensación, Athenea le concedió el poder de expresar oráculos, de entender el canto de los pájaros y de vivir una larga vida (doscientos años).

Otra versión del mito de Tiresias dice que en cierta ocasión Tiresias estaba observando a dos serpientes copulando y, cuando hirió a la hembra, se transformó en una mujer y así permaneció siete años y, cuando más tarde, volvió a ver a las mismas serpientes copulando, tras haber herido al macho, Tiresias se transformó en un hombre. Por esta razón, cuando Zeus y Hera discutían si el placer del amor era disfrutado mejor por las mujeres o por los hombres, pidieron a Tiresias, que conoció las dos partes del amor, cual era su decisión. Dijo Tiresias: "De diez partes un hombre disfruta sólo de una, mientras que una mujer disfruta de las diez partes en su corazón". Por haber dicho esto, Hera lo dejó ciego pero Zeus le concedió el poder de la profecía.

Quizás puede resultar exagerado el enfado de Hera, pero esto le daba una excusa estupenda a Zeus para que cada vez que compartía lecho con su mujer, necesitase de otros nueve con otras: Mnemosina, Leto, Démeter, Dione, Leda, Danae, Europa, Sémele, Alameda...





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